Cambios sociales en los adolescentes
EL DESARROLLO SOCIAL
DEL ADOLESCENTE:
Emancipación familiar: En la adolescencia los espacios donde son posibles las
interacciones sociales se expanden, mientras que se debilita la referencia
familiar. La emancipación respecto a la familia no se produce por igual en
todos los adolescentes; la vivencia de esta situación va a depender mucho de
las prácticas imperantes en la familia. Junto a los deseos de independencia, el
adolescente sigue con una enorme demanda de afecto y cariño por parte de sus
padres, y estos a su vez continúan ejerciendo una influencia notable sobre sus
hijos.
En
nuestra sociedad se está produciendo cada vez más un aplazamiento de las
responsabilidades sociales y la adquisición de la propia independencia. Algunos
adultos continúan siendo eternamente adolescentes: se habla del síndrome de
“perpetua adolescencia”, con sentimientos de inferioridad, irresponsabilidad,
ansiedad, egocentrismo.
El grupo de compañeros: Paralelamente a la emancipación de la
familia el adolescente establece lazos más estrechos con el grupo de
compañeros. Estos lazos suelen tener un curso típico: primero es la pandilla de
un solo sexo, más tarde se fusionan con las pandillas de distinto sexo, y al
final se acaban consolidando las relaciones de pareja.
Por
lo general el adolescente observa el criterio de los padres en materias que
atañan a su futuro, mientras que sigue más el consejo de sus compañeros en opciones
de presente.
SOCIABILIDAD
DEL ADOLESCENTE: Con
el desarrollo de la sociabilidad llegamos a un tema que se centra plenamente en
la problemática de la psicología social.
La
sociabilidad se manifiesta en la búsqueda de un socius, de un compañero;
o también por la integración en un grupo. Dos aspectos generalmente enmarcados
en el campo de la psicología social son las relaciones individuales por una
parte, y el grupo por otra. Pero para poder vivir las relaciones
interpersonales, para poder integrarse en un grupo se precisa una condición
previa: El deseo de la persona y su aptitud para vivir con otro. Esta aptitud
no es algo innato, sino que varía a lo largo del desarrollo.
La
sociabilidad es la capacidad, la aptitud que permite al individuo vivir con los
otros y en grupo, y es fruto de comprensión hacia el otro, de posibilidad de
simpatía y empatía.
A
partir de los 8 años es lo “extremo de la personalidad” lo que motiva las
simpatías. Desde los 10 años las motivaciones tienen en cuenta preferentemente la
conducta del individuo frente al grupo (por ejemplo ser buen compañero). A
partir de los 11-13 años la elección de compañeros se basa sobretodo en
aspectos individuales del carácter. La simpatía en el momento de la
adolescencia se dirige cada vez más hacia la personalidad total del otro; y
tiene en cuenta, sobretodo, las cualidades afectivas del otro.
Con
el desarrollo de la madurez las posibilidades asociativas se multiplican, y las
relaciones sociales se descubren mejor. El adolescente no sólo tiene la
necesidad de encontrar un amigo, sino, que de hecho se hace capaz de vivir la
amistad dado que tiene la capacidad de sociabilidad.
En
la sensibilidad social se distingue entre: sensibilidad ante la
persona, y la sensibilidad a las normas del grupo. Son estos dos
aspectos los que se manifiestan en las relaciones con los otros, como más
característicos en la adolescencia.
La amistad:
Las
amistades juegan un doble papel en la adolescencia:
En
el desarrollo de la personalidad, reforzando el “yo”.
En
el proceso de socialización.
Es
la primera vez que se establece una relación no-biológica y no-institucional
con el otro.
THAN
HUONG ha llevado a cabo una investigación con adolescentes para estudiar el
significado de la amistad en la integración social, y en particular el papel
que desempeña en el camino hacia el amor, la sexualidad, la propia conciencia y
la del otro. Una de las preguntas hacía referencia a las relaciones de los
adolescentes con sus padres. Tras las respuestas se puede deducir que los
momentos más difíciles en la relación con los padres corresponde al intervalo
de edad de entre 11-12 años, y 14-15 años. Un 87´50% de adolescentes declara
que no habla con sus padres de cosas íntimas, no confían fácilmente en sus
padres principalmente en lo que concierne a la vida sentimental, a los
problemas muy personales, y en algunos casos a los problemas políticos o
religiosos. Todos estos temas personales que los adolescentes no confían a sus
padres se los cuentan a los amigos. Por lo que respecta a la sexualidad sólo un
24% han sido informados por sus padres.
La
amistad tiene una función muy importante en la integración de la sociedad. El
hecho de sentirse integrado en el mundo y en la sociedad por medio de la
amistad contribuye al mismo tiempo a reforzar y sociabilizar el “yo”.
La
amistad juvenil permite que se tome conciencia de la realidad del otro, se
forman actitudes sociales, se toma experiencia en las relaciones
interpersonales. Si las amistades juveniles contribuyen a un aprendizaje de las
relaciones interpersonales, el pertenecer a un grupo o a una banda puede
aparecer como un aprendizaje de la vida en sociedad.
El grupo:
No
todas las palabras con las que se designan a los grupos (pandilla, banda, el
“gang” grupo, asociación, sociedades de adolescentes,...) significan lo mismo
La
banda, igual que el “gang” los forman jóvenes espontáneamente; estos jóvenes
que componen la banda, suelen vivir al margen de la sociedad, aunque no cometan
necesariamente actividades delictivas. Mientras que las bandas no están organizadas
desde fuera, el grupo si puede estar organizado o institucionalizado; de hecho
hay grupos a los que pertenece el adolescente aunque el no quiera, como son por
ejemplo el grupo familiar, el grupo escolar, o el grupo de trabajo.
El
adolescente espera del grupo que le permita la conquista de su autonomía, pero
una vez que llega a ser independiente abandona el grupo porque la noción de
autonomía y la de grupo se oponen. Es normal que el adolescente se salga del
grupo para comprometerse en relaciones personales, y en relaciones con el otro
sexo.
RELACIONES
ENTRE PADRES E HIJOS ADOLESCENTES:
Los
adolescentes se encuentran con dos grandes fuentes de influencia social en su
desarrollo: Los, amigos que adquieren un papel fundamental en este periodo; y
la familia (especialmente los padres).
Hay
investigaciones que demuestran, que el hecho de que el adolescente mantenga
estrechas relaciones positivas, tanto con la familia, como con los amigos,
contribuye a su adaptación social actual y futura.
En
el periodo adolescente el chico/a, al igual que en la infancia, necesita
cariño, afecto y apoyo por parte de sus padres; así como también de mayor
comprensión y paciencia, ya que, está sufriendo una serie de cambios en su
forma de pensar y en su aspecto físico, que en un primer momento, no sabe como
afrontar y por lo tanto necesita de la ayuda de los adultos.
Tanto
el grupo de iguales, como los padres, se convierten en fuentes importantes para
ofrecer apoyo social al adolescente. El grado de influencia que ofrece cada
grupo social (padres/iguales) variará en función del tipo de relación actual,
en función de la disponibilidad que presente cada uno de ellos y en función de
la edad del joven. En relación a todo esto se observa que los adolescentes que
perciben un gran apoyo por parte de sus padres se acercan más a ellos, mientras
que los que reciben escasa ayuda por parte de su familia acuden más a los
amigos buscando en ellos el apoyo que necesitan.
Los
adolescentes tienen más dificultad para comunicarse con los adultos (en
especial con la figura paterna) que con los iguales, ya que estos ofrecen mayor
capacidad de comprensión y escucha; aunque esto no significa que no necesiten y
deseen establecer diálogos y comunicaciones con los padres.
En
general cada fuente de influencia predomina en distintas áreas, así los padres
influyen más sobre el adolescente en decisiones que afectan a su futuro como
pueden ser: elecciones respecto a los estudios, posibles trabajos, cursos a
seguir, cuestiones económicas o problemas escolares; mientras que hacen más
caso a los iguales en opciones sobre el presente, sobre deseos y necesidades,
como pueden ser: las relaciones sociales, temas sexuales, diversiones, forma de
vestir,... Por tanto las influencias de los padres y los iguales se
complementan, siendo las influencias recibidas de los padres, poderosas y
decisivas en el desarrollo del adolescente.
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